Viejas casonas que desaparecen lentamente para dejar paso el progreso urbano: para ceder sus solares a los edificios nuevos o a las amplias avenidas.
Generaciones que se van silenciosamente, naturalmente, dejando un amplio vacio de tradición.
Casas abuelas, con prestigio romántico de otros tiempos, y que cuando nos abandonan, definitivamente nos dejan un poco huérfanos, abandonados a nuestra época, sin punto de referencia y contacto con el mundo lejano de la tradición y la historia.